Memorias

El bautismo de Jesús

DEFINICIÓN

El bautismo de Jesús es un acto de humildad. En Su bautismo, Él acepta ser contado como si fuera un pecador, junto con todos los demás.

SUMARIO

Este ensayo examina el significado del bautismo de Jesús en relación con la historia de la redención y la persona y obra de Cristo. Analiza el registro del bautismo de Jesús en los evangelios y su énfasis en la llegada del Espíritu y la voz de aprobación del Padre.

Introducción

¿Cuál es el significado del bautismo de Jesús? Aquí está el registro dado en Mateo 3:13-17:

Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trató de impedirlo, diciendo: «Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?».

Jesús le respondió: «Permítelo ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan consintió. Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y los cielos se abrieron en ese momento y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él.

Y se oyó una voz de los cielos que decía: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido».

El pasaje nos presenta inmediatamente un misterio: al principio Juan el Bautista se resiste a la idea de bautizar a Jesús. Pero al final, lo permite. ¿Por qué se resiste y por qué cambia de opinión? Además, ¿qué significado tienen la apertura de los cielos, el descenso del Espíritu y la voz del cielo?

Trasfondo

El registro de Juan el Bautista y el bautismo de Jesús no aparecen solo en Mateo 3:13-17, sino también en Marcos 1:9-11 y Lucas 3:21-22. Además, Juan 1:29-34 se traslapa con estos pasajes.

Describe el descenso del Espíritu sobre Jesús (v. 33), el cual tuvo lugar cuando Jesús fue bautizado. Pero no describe de manera directa el bautismo en sí.

Los versículos que describen de manera directa el bautismo de Jesús efectuado por Juan no explican por completo su significado. Los evangelios nos invitan a ver el acontecimiento del bautismo de Jesús en relación con un contexto más amplio.

Cada uno de los evangelios describe el ministerio de Juan el Bautista y el significado de su bautismo de forma más amplia. Cada uno alude también al trasfondo del Antiguo Testamento, y cada uno espera un bautismo que traerá el propio Jesús, el bautismo con el Espíritu Santo: «Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3:11).

La historia de la redención

Los evangelios sitúan el bautismo de Jesús en el contexto del desarrollo de la milenaria historia de redención, que se lleva a cabo según el plan de Dios. El trasfondo de esta historia se encuentra en Génesis 1 – 3, en los acontecimientos de la creación y la caída.

A la caída de Adán le sigue la primera promesa de redención, la cual se encuentra en Génesis 3:15, la promesa de una «simiente de ella», la simiente de la mujer, que desde ya apunta a Cristo (Gá 3:16).

Juan el Bautista explica su bautismo como «el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados» (Mr 1:4). Su mensaje central es: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado» (Mt 3:2). El llamado al arrepentimiento se extiende por todas las páginas del Antiguo Testamento porque el pecado humano deshonra a Dios, nos hace culpables y rompe la comunión con el Dios que nos creó.

Es necesario el arrepentimiento por parte del hombre, pero también la expiación para tratar con la culpa del pecado. En el Antiguo Testamento, la necesidad de expiación está simbolizada por los sacrificios de animales, los cuales representan la eliminación del pecado mediante la muerte de un sustituto inocente. Estos sacrificios prefiguran la venida de Cristo como el sustituto expiatorio definitivo. Juan dice: «Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1:29; cp. v. 36).

El Antiguo Testamento también describe ceremonias que utilizan el agua como símbolo de lavado y limpieza del pecado (Lv 1:98:611:3215:5-33). Estas ceremonias también apuntan a Cristo, cuya sangre nos limpia (He 9:12-22). Juan utiliza agua en el bautismo, lo que significa la limpieza y el perdón de los pecados.

Dios llamó a Juan el Bautista para que sirviera como precursor del Mesías: 

«Yo, en verdad, los bautizo a ustedes con agua para arrepentimiento, pero Aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitar las sandalias; Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3:11).

Los evangelios indican que Juan es el cumplimiento de las profecías de Isaías 40:3 y Malaquías 3:1 sobre un precursor profético (Mt 3:3Mr 1:2-3). Juan proclama que «el reino de los cielos se ha acercado» (Mt 3:2).

Dios siempre ha gobernado el mundo (Sal 103:19), pero el «reino de los cielos» llega cuando Dios ejerce Su poder de forma culminante para lograr la salvación de Su pueblo. Juan anuncia que este tiempo decisivo de salvación está «cerca». Jesús, aquel que es más grande que Juan, en realidad trae este reino de forma inaugural al expulsar demonios y curar enfermedades (Mt 12:28Lc 7:22-23). Pero los acontecimientos decisivos que traen la salvación son la muerte y la resurrección de Jesús.

Así, la Biblia nos da a entender el papel singular de Juan el Bautista en la historia de la redención. Es el encargado de «preparar el camino» a Jesús (Mt 3:3). Se encuentra en la cúspide de una nueva era en la que el gobierno salvador de Dios se ejercerá y la salvación se llevará a cabo por Jesús, de una vez y por todas.

La objeción de Juan

Con este contexto más amplio a la vista, estamos listos para apreciar con más profundidad el bautismo de Jesús efectuado por Juan. Juan está preparando a la gente para la venida de Jesús mediante su llamado al arrepentimiento.

Cuando Jesús mismo se acerca a Juan, este reconoce la superioridad de Jesús: «Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?» (Mt 3:14). La objeción de Juan tiene mucho sentido, pues está bautizando con «el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados» (Mr 1:4).

Jesús no tiene pecados y no necesita perdón. No tiene nada de qué arrepentirse. Así que, al parecer, el bautismo de Juan es totalmente inapropiado para Jesús. En comparación con Jesús, Juan es el que necesita arrepentirse y ser bautizado: «Necesito ser bautizado por ti». Jesús, a diferencia de la gente que acude a Juan, es Él mismo quien bautizará, con un bautismo mucho mayor que el de Juan:

Yo [Juan], en verdad, los bautizo a ustedes con agua para arrepentimiento… Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego (Mt 3:11).

La respuesta de Jesús

No es de extrañar que Juan sienta que debe oponerse. Sin embargo, Jesús responde a la objeción: 

«Permítelo ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia» (Mt 3:15).

¿Qué quiere decir? Esta es una declaración misteriosa y, sin embargo, satisface a Juan: «Entonces Juan consintió». Jesús dice que Su bautismo será «para cumplir toda justicia». La palabra «cumplir» encaja con todo el conjunto de lo que está sucediendo.

La venida del mismo Juan el Bautista cumple las profecías del Antiguo Testamento que anunciaron de antemano que vendría como precursor (Is 40:3Mal 3:1).

La venida de Jesús es el cumplimiento de las antiguas promesas de la redención culminante, promesas que comenzaron con Génesis 3:15. Jesús trae consigo el gobierno salvador del reino de Dios. Que Jesús sea bautizado es un aspecto del cumplimiento, y un aspecto de traer «toda la justicia», la profunda justicia que pertenece a Dios y a Su reino.

¿Pero cómo es el bautismo de Jesús un «cumplimiento de toda justicia»? Los judíos vienen en busca de arrepentimiento. Vienen por el perdón de los pecados. Jesús no tiene pecado, como hemos señalado (2 Co 5:21He 4:151 P 2:22). Pero es «el Cordero de Dios» (Jn 1:29), el portador del pecado. Se identifica con el pueblo pecador de Israel, y se identifica con su pecado, porque viene a ser tanto el último sacrificio como el último Sumo Sacerdote (He 8 – 10).

El bautismo de Jesús es un acto de humildad. Él permite ser contado como si fuera un pecador, junto con todos los demás. Este acto prefigura el momento de la cruz, cuando morirá por los pecados del pueblo de Israel y, en realidad, por los pecados de todos los Suyos.

Como dice 2 Corintios 5:21«Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él».

El cumplimiento de «toda justicia» incluye no solo que Jesús sea justamente obediente a la voluntad de Su Padre, sino que proporcione por Su justicia perfecta una justicia para nosotros, «para que lleguemos a ser la justicia de Dios». Este acto de intercambio, en el que Jesús tomó nuestro pecado y nos dio Su justicia, se representa de manera simbólica y anticipada cuando Él es bautizado por Juan.

La venida del Espíritu

Cuando Jesús es bautizado, está llevando a cabo el plan del Padre, establecido desde antes de la fundación del mundo (1 P 1:20). En respuesta, Dios Padre actúa en señal de aprobación. «Y los cielos se abrieron en ese momento». Esa apertura significa, en forma visual, la apertura del camino hacia Dios. Jesús, como Hijo, siempre está en comunión con el Padre, pero esta apertura manifiesta la realidad de esa comunión.

De esa apertura desciende «el Espíritu de Dios». El movimiento físico simboliza de manera visual que el Espíritu, en forma de paloma, es el Espíritu de Dios mismo, que viene de la morada de Dios en el cielo. El Espíritu «viene a posarse sobre Él».

Este reposar significa lo mismo de lo que habla Jesús en Lucas 4:18-19: «El Espíritu del Señor está sobre Mí [Jesús], / Porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres».

Jesús lleva a cabo Su ministerio público en el poder del Espíritu: «Pero si Yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12:28).

¿Jesús tiene siempre al Espíritu?

La venida del Espíritu para «descansar sobre Él» plantea una pregunta. ¿No tenía Jesús el Espíritu antes de este momento? Según la doctrina bíblica de la Trinidad, cada persona de la Trinidad es plenamente Dios. Jesús es Dios, como afirma Juan 1:1. Dios Hijo siempre está en íntima comunión con Dios Padre y Dios Espíritu Santo.

Las tres personas son un solo Dios, y habitan el uno en el otro. Jesús siempre tiene el Espíritu, porque es Dios. Así que cualquier obra adicional del Espíritu Santo se refiere a la naturaleza humana de Jesús, no a Su naturaleza divina.

Observa que Juan el Bautista es «lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre» (Lc 1:15). Seguramente lo mismo ocurre con respecto a la naturaleza humana de Jesús, que es mayor que Juan el Bautista (cp. Lc 2:4052). Es decir, el Espíritu Santo habita en la naturaleza humana de Jesús desde el principio.

Entonces, ¿qué es lo nuevo que ocurre en el bautismo de Jesús? El Espíritu Santo viene a realizar una nueva obra al equipar a Jesús para Su ministerio público, según Lucas 4:18-19.

Esta nueva obra es de nuevo con respecto a Su naturaleza humana. Con respecto a Su naturaleza humana, Jesús es en algunos aspectos como un profeta o un rey, que recibe el Espíritu Santo con el propósito de ministrar a otros.

La voz del Padre

Junto con el descenso del Espíritu viene «una voz del cielo». Es la voz de Dios Padre. 

«Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt 3:17).

Esta voz recoge dos textos principales del Antiguo Testamento, el Salmo 2:7 e Isaías 42:1.

El Salmo 2:7 anticipa la venida de Jesús como rey en la línea de David. Isaías 42:1 describe a Jesús de antemano como «Mi Siervo, a quien Yo sostengo». En Isaías 53, el siervo es el que trae la salvación al pueblo al morir por sus pecados.

Dios Padre se deleita en la obediencia de Su Hijo, y lo que dice anticipa tanto el sacrificio de Jesús en la cruz como Su reinado sobre el mundo, cuando sea exaltado en la resurrección y la ascensión.

En general, este acontecimiento dramático del bautismo de Jesús tiene las características de una «teofanía», la aparición de Dios. Es como lo que ocurrió en el monte Sinaí, a Isaías y a Ezequiel (Éx 19 – 20; Is 6; Ez 1). La apertura del cielo es análoga a la de Ezequiel 1:1; la aparición como una paloma es análoga a las manifestaciones visuales de la presencia de Dios en el Antiguo Testamento; la voz del cielo es como la del monte Sinaí y la voz de Dios a Isaías y a Ezequiel. Vemos aquí una manifestación intensa de la presencia de Dios.

Es una presencia trinitaria. Dios Padre habla desde el cielo. Dios Espíritu desciende como una paloma. Dios Hijo es a quien se dirige la voz del Padre. Es apropiado, porque Jesús en Su encarnación es el cumplimiento de las teofanías del Antiguo Testamento.

Jesús bautiza con el Espíritu

También debemos recordar la profecía de Juan el Bautista, de aquel que viene después de él y que «los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3:11). Esta profecía apunta al día de Pentecostés, descrito en Hechos 2.

Ese día el Espíritu Santo vino a los apóstoles y a la iglesia con «lenguas como de fuego» (v. 3). De este modo, el bautismo de Jesús proporciona un fundamento para nuestro bautismo con el Espíritu Santo. Jesús es nuestro representante. Ya es nuestro representante cuando Juan lo bautiza. Es nuestro representante como portador del pecado en la cruz.

Es nuestro representante cuando resucita de entre los muertos, proporcionando así una vida nueva de resurrección a los que son Suyos.

Así que las características representadas en el bautismo de Jesús efectuado por Juan se aplican a nosotros por medio de Jesús. Quedamos limpios de pecado por el lavado con la sangre de Jesús, el cual se representa con el agua del bautismo.

El cielo se nos abre por medio de Jesús, dándonos la comunión con Dios Padre (He 10:19-20). Recibimos el Espíritu Santo, quien desciende sobre nosotros cuando tenemos fe en Cristo (Ro 8:9-10). Oímos la voz de Dios Padre, que nos llama hijos en unión con Cristo el Hijo (Ro 8:14-17Gá 4:4-7), y que se complace en nosotros porque se complace en Su Hijo eterno (Ef 1:4-10).

Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Íñigo García de Cortázar.

Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.

LECTURAS ADICIONALES

«Baptism of Jesus – Bible Story [El bautismo de Jesús]». Compilado y editado por el equipo de BibleStudyTools. Provee los pasajes bíblicos claves y una breve explicación.
Brandon Crowe, The Last Adam: A Theology of the Obedient Life of Jesus in the Gospels [El último Adán: Una teología de la vida obediente de Jesús en los evangelios] (Grand Rapids: Baker, 2017). Un enfoque de la obediencia en el Jesús hombre.
John Piper, «El bautismo y la genealogía de Jesucristo». Una exposición pastoral de Lucas 3:21-38. La primera parte presenta el bautismo de Jesús.
John Piper, «¿Por qué fue bautizado Jesús?».
Vern S. Poythress, Teofania: Una teología bíblica de las manifestaciones de Dios (Salem, Oregon: Publicaciones Kerygma, 2020), en especial p. 384. Trata la teofanía en el bautismo de Jesús con el trasfondo del tema general de la teofanía, incluyendo la teofanía del día de Pentecostés en Hechos 2.

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